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Desde babosas de mar hasta salamandras, estos animales pueden aprovechar naturalmente la energía del sol.
Última actualización: 05 junio 2022
¿Hay animales que crecen con la luz? La cualidad de conversión de la energía luminosa en energía química es, clásicamente, el poder del reino vegetal. Sin embargo, Ahora se reconoce que hay especies animales que crecen a través de la fotosíntesis.
Básicamente, el crecimiento de las especies animales se beneficia de la relación simbiótica con las algas unicelulares, que realizan la fotosíntesis para obtener energía. Este artículo presenta dos ejemplos.
Contents
¿Qué es una relación simbiótica?
Por definición, la relación simbiótica establece una íntima asociación entre organismos de diferentes especies, que redunda en beneficio mutuo en su desarrollo vital.
En el interior de las células de las plantas o algas, los plástidos o plástidos son unos orgánulos cuya principal función es la de producir y almacenar compuestos químicos. Así, estos orgánulos controlan procesos como la fotosíntesis, la síntesis de lípidos y aminoácidos, y también determinan el color de frutos y flores. En raras ocasiones, estos se exportan a células animales que se alimentan de algas.
1. Babosas de mar
Primero hablaremos de babosas de mar, pertenecientes al orden sacoglosoque se alimentan de algas sifonadas. Estas especies secuestran los plástidos de las algas ingeridas dentro de las células de su glándula digestiva. Esta incorporación se demuestra fácilmente porque las células digestivas toman el color de las algas.
En algunas babosas, incluidas las del género elysia, los plástidos pueden permanecer morfológicamente intactos y funcionar durante semanas y meses. Este es el caso de la babosa de mar llamada Elysia clorótica, un pequeño gasterópodo de 5 centímetros de largo.
Este extraño animal parece una hoja. Es verde cuando el sol brilla y se esparce como para aprovechar la luz y el calor. Esta especie se alimenta de algas filamentosas como vaucheria littorea. Los cloroplastos robados contienen clorofila, el pigmento que capta la luz durante la fotosíntesis. Así, gracias a estos elementos la babosa exhibe su color.
Es interesante saber que el molusco adquiere cloroplastos durante su desarrollo, es decir durante la transición de la forma larvaria a la forma adulta. Curiosamente, la babosa parece alimentarse de algas solo al comienzo de su existencia, luego extrae su energía exclusivamente de la fotosíntesis.
La salamandra manchada
Su nombre científico es Ambystoma maculatum. Esta especie establece una asociación entre sus embriones y algas verdes (Oophila amblystomatis) de la que se alimenta.
Informes recientes han demostrado que esta simbiosis es más íntima de lo que se informó anteriormente. Así, se concluyó que las células de las algas invaden las del aparato reproductor adulto y sus embriones durante el desarrollo. Los cloroplastos permanecen funcionales durante toda la vida.
Una vez dentro, el alga metaboliza el dióxido de carbono producido por el embrión y le proporciona oxígeno a través de la fotosíntesis. Es un magnífico ejemplo de simbiosis, y el único ejemplo conocido es un organismo endosimbiótico intracelular en vertebrados.
Por otro lado, las algas parecen beneficiarse del abundante nitrógeno y fósforo presente en el embrión.
¿Unidos por la eternidad?
Es interesante saber que esta simbiosis entre las algas verdes y la salamandra puede existir más allá de la etapa embrionaria temprana. Los científicos han rastreado con éxito la autofluorescencia emitida por la clorofila y el ADN de algas en las salamandras de próxima generación.
La invasión de células de algas en los tejidos de las salamandras representa una asociación única entre un alga eucariótica y un vertebrado, con implicaciones para la investigación sobre el reconocimiento de células, el posible intercambio de metabolitos o ADN y la congruencia entre las estructuras de población huésped y simbionte.
nota final
En resumen, esta relación también puede verse como la capacidad inusual de esclavizar partes o la totalidad de otro organismo. Este proceso especial tiene un impacto evidente en el funcionamiento de las redes alimentarias y los ecosistemas. Además, ilustra uno de los mecanismos clave por los cuales probablemente evolucionó la vida en la Tierra.
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