La importancia de una buena nutrición para ayudar a la recuperación en el paciente hospitalizado es indiscutible, con «deje que la comida sea su medicina» siendo un mantra de larga data en los círculos médicos. Sin embargo, brindar apoyo nutricional a cualquier paciente en estado crítico presenta desafíos, y para el equipo veterinario que atiende a un paciente felino poco apetecible (es decir, con apetito reducido o sin apetito) existen requisitos muy específicos.
La falta de apetito es una razón común por la que se presenta un gato para atención veterinaria; en gatos enfermos y hospitalizados, la inapetencia es aún más frecuente. Para garantizar que la nutrición sea una prioridad para cualquier gato que dude en comer, la Sociedad Internacional de Medicina Felina (ISFM) ha lanzado hoy una serie de recursos. Estos se centran en las pautas de consenso ISFM 2022 para el manejo del gato hospitalizado poco apetecible, publicadas en el Revista de Medicina y Cirugía Felina.1 Esta información de última generación se complementa con videos y consejos (disponibles en bit.ly/inappetentcattoolkit) para ayudar al equipo veterinario, así como a los dueños y cuidadores de gatos, a brindar la mejor atención posible.
Es imperativo actuar siempre con rapidez cuando un gato muestra pérdida de apetito, ya que incluso unos pocos días de nutrición subóptima pueden tener graves consecuencias, lo que podría perpetuar la enfermedad, retrasar la curación, ralentizar la cicatrización de heridas y comprometer la salud intestinal y la inmunidad. Los autores de las nuevas directrices, un panel internacional de veterinarios y expertos en comportamiento, reconocen que comprender «lo que hace que un gato sea un gato» es fundamental para lograr un buen resultado. Si bien las causas más comunes de inapetencia en los gatos son afecciones que provocan náuseas, dolor y/o íleo (motilidad intestinal reducida o nula), el estrés de la hospitalización puede generar renuencia a comer. Esto no es sorprendente si se tiene en cuenta que los gatos domésticos conservan muchas características de sus ancestros salvajes como ser crepusculares (más activos al amanecer y al anochecer), territoriales o «limitados al lugar», carnívoros obligatorios y socialmente selectivos. Como tales, a menudo se adaptan mal al cambio; esto se extiende a sus preferencias alimenticias, que se establecen a una edad temprana, lo que generalmente resulta en una aversión a sabores y texturas desconocidos. Además, los sentidos altamente perfeccionados del gato, desarrollados para crear habilidades de caza y supervivencia, pueden verse abrumados fácilmente en la clínica del hospital, un entorno que, desde la perspectiva del gato, es intenso, desconocido y señala un peligro, sin posibilidad de escape.